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A propósito de Llewyn Davis. Rareza Coen
Acostumbrados al cine de ganadores, al triunfo y a los héroes perfectos por dentro y por fuera, resulta esperanzador para el público medio –esa mayoría silenciosa, que diría Rajoy- que otro final es posible. El elogio de la derrota no suele ser muy recurrente en el cine estadunidense, pero los Coen son una rara avis, siempre lo han sido, capaces de hacer obras maestras sin ni siquiera arquear las cejas. Por eso emociona asistir al retrato hondo y sincero de un músico perdedor que vaga por el Greenwich Village neoyorquino del invierno de 1961 en busca del éxito en ‘A propósito de Llewyn Davis’.
Diferente, a priori, a las películas a las que los Coen nos tienen acostumbrados, ‘A propósito de Llewyn Davis’ tiene un guion sobresaliente que mezcla un drama con momentos cómicos, con referencias mitológicas (Sísifo, Ulises…), y una estructura circular. Oscar Isaac se ha dejado barba para la ocasión y brilla en la piel de ese músico ficticio pero a la vez tan reconocible. El Isaac –al que vimos en ‘Ágora’ de Amenábar- canta, al igual que Carey Mulligan y Justin Timberlake, dos secundarios de un reparto que cuenta con un genial John Goodman, excéntrico y divertido, como suele mostrarse y tan importante en el cine de los Coen.
Las actuaciones y el guion, junto con el sonido, la fotografía, el cuidado de los interiores de esos cuartuchos de 30 metros del Village y la música hacen de ‘A propósito de Llewyn Davis’ un filme perfecto reflejando la imperfección del mundo, del protagonista, de nosotros. Porque hay algo en esta historia tan norteamericana de ese músico narcisista y conocedor de su talento, hasta tal punto que ni se inmuta cuando el incipiente establishment de la industria musical lo rechaza una y otra vez, que hace el público silencioso se reconozcan ella. Habrá quien vea, en ese empresario de la discográfica, al necio que le despidió o que prefirió contratar a otro más inútil, o quienes vean en el éxito del personaje de Timberlake, al bestseller de Belén Esten. Pero, ¿Qué más da la derrota? Preguntan los Coen.
Pepa Blanes
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